Durante las siguientes
entradas voy a ir detallando uno por uno el equipamiento necesario para poner
en marcha un acuario.
En el medio confinado
de un acuario, las condiciones físico-químicas están sometidas a continuos
cambios: los peces se alimentan, respiran y producen secreciones que modifican
la composición del agua; los vegetales, debido a la fotosíntesis, también
absorben y expulsan numerosas sustancias. Por todo ello, y atendiendo al bienestar
de la fauna y flora del acuario, hay que recurrir a un equipamiento mínimo que
permita mantener el ambiente en las condiciones de salubridad deseadas y que
aseguren la aireación, la filtración y la circulación del agua, la
climatización y la iluminación.
Los organismos vivos,
ya pertenezcan al reino animal o al vegetal, realizan la respiración tomando el
oxígeno disuelto en el agua. En el medio natural, los intercambios gaseosos se
efectúan sin ninguna dificultad, ya que la superficie del agua en contacto con
el aire es relativamente extensa.
Además, en los lagos, los mares y los océanos,
el movimiento de las olas y el viento asegura la penetración del aire en las
capas superficiales del agua. Sin embargo, en un acuario, donde la superficie
de agua en contacto con el aire es reducida, es indispensable forzar la aireación, especialmente si el acuario está dénsamente poblado para asegurar el buen desarrollo de los procesos vitales y el mantenimiento del equilibrio biológico del medio. No hay que olvidar que la solubilidad del oxígeno es función de la temperatura, la salinidad y la presión atmosférica, y que debe regularse en consecuencia. Así, disminuye sensiblemente al subir la temperatura y la salinidad. Las aguas marinas tropicales están sobreoxigenadas debido a la intensa síntesis clorofílica y la importancia de los intercambios gaseosos. En las cálidas aguas de los arrecifes coralino, la cantidad de oxígeno disuelto sobrepasa a menudo los 15 mg/litros. En un acuario, sin embargo, la solubilidad del oxígeno es de 10 mg/litros a 15 grados centígrado en un tanque de agua dulce, y sólo 8 mg/litros en agua de mar. Por otro lado, pueden perderse entre 1 y 2 mg/litros durante la bajada de presión atmosférica que precede a
una tormenta. Durante la noche, la gran cantidad de dióxido de carbono que
desprenden las plantas disminuye también la proporción de oxígeno disuelto. En
un acuario no aireado, el contenido en oxígeno es inferior por la mañana al
contenido medido durante el día, y es que durante la noche, las plantas
acuáticas y otros organismos vegetales (algas) dejan de producir oxígeno y
empiezan a tomarlo para respirar.
Piedra difusora |
La aireación se efectúa
por medio de una bomba conectada a uno o varios difusores.
Las bombas de
aireación utilizadas por numerosos aficionados funcionan mediante unos pequeños
compresores que sólo consumen unos pocos vatios por hora, con una gama de
potencias que oscilan entre 3 y más de 30 vatios. Estas bombas poseen una membrana que vibra según la frecuencia de los impulsos de la corriente alterna. Su producción de aire puede alcanzar varios cientos de litros por hora.
Interior de un aireador |
La bomba de aire es un
accesorio vital para los peces, ya que no sólo procura la oxigenación del agua,
sin que asegura, por medio del difusor, una agitación de las capas frías y
calientes del acuario. Sólo hay que concederle unos pocos minutos de atención
cada tres o cuatro meses.
Los difusores de aire
están hechos de una materia porosa: piedra, cerámica, madera o tubo de plástico
microperforada. Cuanto mayor sea la profundidad a la que está sumergido, mayor
tendrá que ser la presión de aire.
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